la de Machado,
la austera, la augusta llana,
son tus sendas escenarios
de innumerables andanzas.
Son tus campos, tus paisajes,
tan recios como tu raza.
Los rayos del sol con fuerza
tus horizontes abrasan;
trigo, maíz, girasoles,
olivares, robles, parras.
Tus huertas, tus castillos
y tus silos te engalanan;
son en tu llano elegante
¿Recuerdas esas sandalias
tan gastadas de tu Santa?
Pies benditos que en su andar
amorosos te besaban,
¡qué agotados y dolientes
Son tus pequeñas aldeas
como cuentas de un rosario
que una luna de nácar
cariñosamente engarza.
¡Qué derroche de fragancias
en tu paleta dorada!,
¡qué despliegue de cantueso,
de romero, espliego y jara!,
¡qué aroma sutil desprenden
esas tus cepas y matas!
Las alegres amapolas
Tus cañadas,
rutas de rudos pastores,
parecen de oro labradas.
Tu rebaño trashumante
entre tus noches velaba!
Oigo el eco de sus pasos
* Este poema ganó el 3r premio en la XIX Competición Internacional Féile Filíochta de 2007.