Reinhold Niebuhr
Dios Todopoderoso,
concédenos la gracia de aceptar
concédenos la gracia de aceptar
con serenidad las cosas que no se pueden cambiar,
valor para cambiar las que deberían cambiarse
y sabiduría para conocer la diferencia.
Viviendo cada día en plenitud,
disfrutando de cada momento como si fuera único,
aceptando las adversidades como un camino hacia la paz,
tomando, como lo hizo Jesús, este mundo pecador tal y como es,
no como nos gustaría que fuera,
confiando en que Tú harás que todas las cosas estén bien,
si nos entregamos a Tu voluntad,
de modo que podamos ser razonablemente felices en esta vida
y completamente felices Contigo en la venidera.
Amén
valor para cambiar las que deberían cambiarse
y sabiduría para conocer la diferencia.
Viviendo cada día en plenitud,
disfrutando de cada momento como si fuera único,
aceptando las adversidades como un camino hacia la paz,
tomando, como lo hizo Jesús, este mundo pecador tal y como es,
no como nos gustaría que fuera,
confiando en que Tú harás que todas las cosas estén bien,
si nos entregamos a Tu voluntad,
de modo que podamos ser razonablemente felices en esta vida
y completamente felices Contigo en la venidera.
Amén
4 comentarios:
Me uno a tu oración.
Quiero en ella recordar, también, a todas las familias de los 18 países, incluido Chile, que miran al gran Océano Pacífico y que, ahora mismo, se sienten amenazadas de un tsunami a causa de lo ocurrido en Japón.
Un gran abrazo!!!
Doña Eñe recuerda a los que sufren y ora por ellos. Eso te honra. Yo también me uno a tus ruegos. Como tú dices, que Dios les conceda serenidad para aceptar la terrible realidad que les ha tocado vivir. ¡Cuántas lágrimas, cuánto dolor!
Un abrazo, amiga.
Para cclaridad:
Muchas gracias, amiga.
Ojalá estas tragedias sirvan para que el hombre sea algo más humilde.
Un abrazo y que Dios nos perdone, como siempre, a pesar de nuestra pequeñez.
Sólo el Amor nos hace grandes y dignos de Él.
Para Edelia:
Es bonito rezar juntas; gracias por tu compañía que siento cercana.
Los años dan serenidad, pero ¡qué difícil es saber aceptar tragedias como esta, Dios mío!
Un abrazo.
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