31 jul 2012

La elección



A una niña le dieron a elegir entre un hermoso diamante y una hermosa rosa...

Cogió el diamante y lo estuvo observando durante largo rato en la palma de su mano.
Le gustaban los reflejos que despedía bajo los rayos del sol.

No tiene colores porque es puro, un diamante perfecto - le dijo el gemólogo -
Y es el mineral más duro. Es casi impenetrable.

Su valor es tan grande que podrías conseguir todo lo que quisieras - le dijo el banquero.

La pequeña se quedó pensativa.
Se fue a la habitación donde su abuela dormitaba y le dijo al diamante:

- Haz que sonría mi yaya, que lleva muchos días enferma.

Acercó el diamante al corazón de su abuela y esperó, pero esta no se movió.

Me has engañado - le dijo al banquero - no me ha conseguido lo que quiero.

Luego se subió a un peñasco y dejó caer el diamante, que se estrelló contra el suelo y se partió en mil pedazos.

Me has engañado, - le dijo al gemólogo - se ha roto.


Cogió la rosa y volvió a entrar en la habitación de su abuela. Se la puso sobre el corazón y esperó... La anciana abrió los ojos, extendió una de sus manos y acercó la rosa a su rostro.

¡Qué bien huele! - dijo con una dulce sonrisa mientras sus ojos se volvían a cerrar muy lentamente.

La niña salió, se volvió a subir al peñasco y dejó caer la flor. Algunos de sus pétalos quedaron esparcidos entre las rocas, pero el corazón de la rosa estaba intacto.

- Me quedo con la rosa.

El gemólogo estaba indignado.

- Te dije que el diamante era muy duro, pero si hubieras sido lista no lo hubieras dejado caer.

El banquero estaba más indignado todavía:

- Eres tonta, niña. Si hubieras vendido ese diamante, podrías haber llevado a tu abuela a un buen sanatorio para que se curara. 

La pequeña se volvió a ellos apretando el corazón de la rosa contra su pecho.

- Los tontos sois vosotros dos.
  Mi abuela estaba triste y se ha dormido contenta. Ninguna medicina la hubiera           
  podido curar.
  El diamante se ha roto porque no me dijísteis que era frágil.
  Esta rosa conserva la última sonrisa de mi abuela.
  Plantaré sus semillas en el jardín y tendré más rosas, sonrisas nuevas, en    
  primavera. 
  Los trozos de ese diamante no sirven ya para nada. Si los entierro, no saldrán más. 
  Los tontos sois vosotros dos por preferir una piedra a una flor.

2 comentarios:

Edelia Sanz dijo...

¡Como en la vida misma! Corremos tras lo difícil por creerlo más valioso sin pensar que muchas veces lo sencillo,lo cotidiano,lo más accesible, encierra en sí lo más auténtico, la esencia de la más deseada felicidad.
Un abrazo, amiga

Doña Eñe dijo...

> Edelia
Gracias por tu precioso comentario, amiga.
Un abrazo.